martes, 2 de agosto de 2011

"Estupor y Temblores" - Amélie Nothomb






[...]

Como si nada, se produjo un acontecimiento: me encontré con Dios. El despreciable vicepresidente me había pedido que le llevara una cerveza, considerando, sin duda, que todavía no estaba lo bastante gordo. Había acudido para llevársela con educada repugnancia. Abandonaba la guarida del obeso cuando se abrió la puerta del despacho contiguo: me di de bruces con el presidente.
Nos miramos el uno al otro con estupor. Por mi parte, resultaba comprensible: por fin se me concedía la oportunidad de ver al mismísimo dios de Yumimoto. Por lo que a él respecta, resultaba más difícil de explicar: ¿acaso estaba informado de mi existencia? Parecía que sí, ya que, con una voz de una belleza y de una delicadeza insensatas, exclamó:
  -¡Usted debe de ser Amélie-san!

[...]


Se marchó. Permanecí sola en el pasillo, incapaz de moverme. Así que el presidente de aquella cámara de tortura, en la que cada día se me sometía a absurdas humillaciones, en la que era blanco de toda clase de vejaciones, el dueño y señor de aquel tormento, era un magnífico ser humano, ¡un alma superior!
Era para volverse loco. Una empresa dirigida por un hombre de una nobleza tan llamativa debería haber sido un paraíso refinado, un espacio de alegría y dulzura. ¿Cual era el misterio? ¿Acaso era posible que Dios reinara en el infierno?
Yo continuaba petrificada por el estupor cuando me llegó la respuesta a aquella pregunta. La puerta del despacho del enorme Omochi se abrió y oí la voz del infame gritándome:
-¿Qué demonios está haciendo ahí? ¡No le pagamos para vagabundear por los pasillos!
Todo tenía una explicación: en la compañía Yumimoto, Dios era el presidente y el diablo era el vicepresidente.

En cuanto a Fubuki, no era ni diablo ni dios: era una japonesa.




lunes, 17 de enero de 2011

"Mis tardes con Margueritte", Jean Becker, 2010






Fue un encuentro poco corriente entre el amor y la ternura,
en su camino no había duda: tenía nombre de flor.
Vivía rodeada de palabras, adjetivos traídos por los pelos,
verbos que crecían como la hierba... algunos se colaban de forma oscura,
pero ella atravesó mi cascarón y se coló con dulzura hasta mi corazón...

En las historias de amor no siempre hay sólo amor,
a veces no hay ni un "te quiero" y, sin embargo, queremos...
Fue un encuentro poco frecuente, la conocí por azar en un banco de la plaza,
no abultaba mucho, no era más grande que una paloma con sus pequeñas plumas...
Allí estaba, rodeada de palabras, nombres comunes como el mío....
Me dió un libro, luego otros, páginas que estallaron ante mis ojos...

No te mueras todavía, tienes tiempo, espera!
No es tu hora, pequeña flor, dame un poco más de tí...
dame un poco más de tu vida, espera...

En las historias de amor no siempre hay sólo amor,
a veces no hay ni un "te quiero" y, sin embargo, queremos...




Un encuentro casual de esos que cambian la vida... una pelicula realmente maravillosa...





 

sábado, 15 de enero de 2011

"La Evolución de Calpurnia Tate" - Jacqueline Kelly






Cuando terminas de leer la última frase, la última palabra de La Evolución de Calpurnia Tate te envuelve una extraña sensación... pasas la página y miras una y otra vez la hoja en blanco del final esperando que las palabras comiencen a escribirse para que el libro continue... porque quieres saber más... porque ya te has encariñado con Calpurnia, con sus hermanos, con el enigmático abuelo, con sus aventuras por el campo, y ahora no quieres que termine nunca...

La historia nos cuenta la segunda mitad del año 1899, y nos presenta a Calpurnia Virginia Tate, una niña de once años, única chica de siete hermanos (tres mayores y tres menores), en un pueblo algodonero de Texas.

Los animales estaban aturdidos por el sofocante calor de aquel verano y comenzaron a cambiar su comportamiento habitual:


Hubo un aumento repentino de la actividad de los insectos, dentro y fuera de la casa. Los saltamontes salían en tropel de debajo de las pezuñas de los caballos. Las luciérnagas eran tantas que nadie recordaba un verano más espectacular (...)

Mientras que ciertos insectos nos invadían, otros pobladores habituales de nuestra propiedad, como las lombrices, desaparecieron (...)


Estas observaciones enseguida despertaron la curiosidad de Calpurnia, quien comenzó a centrar en ellos toda su atención. Alguna vez había oído durante la cena discusiones entre su abuelo y el pastor del pueblo sobre El Origen de las Especies, de Darwin (un verdadero tabú por aquel entonces) y pensó que ese libro podría aclarar todas sus dudas respecto al extraño comportamiento animal. Decidió aprovechar un viaje de su hermano a la ciudad más próxima para ir a la biblioteca a buscar un ejemplar, pero tras la ofendida negativa de la bibliotecaria, regresó a casa frustrada y furiosa. Fue entonces cuando se armó de valor y fue a hablar con su abuelo. El abuelo era para Calpurnia una persona misteriosa, de aspecto descuidado, huraño y solitario, que había dejado de lado su negocio para dedicarse en exclusiva a hacer experimentos en su laboratorio (el viejo cobertizo de la casa), un lugar lleno de instrumentos extraños y libros apilados por todas partes.

Para el abuelo las ávidas preguntas de Calpurnia son una grata sorpresa, y pronto se hacen inseparables. Gracias a él, Calpurnia descubre qué es ser naturalista, el método científico, cómo tomar muestras y anotaciones en su cuaderno de campo... poco a poco va descubriendo un mundo nuevo que le resulta fascinante...

Pero la madre de Calpurnia tiene para ella otros planes muy diferentes, que la alejan por momentos de su apasionante experiencia científica. Es la única niña entre siete hermanos, y está dispuesta a hacer de ella toda una señorita: deberá aprender a coser, cocinar, tocar el piano y comportarse con propiedad.

A Calpurnia le entristece ver cómo su futuro parece ya escrito por su familia, y por toda la sociedad, pero ella sigue intentando llevar a cabo todas sus investigaciones científicas porque su gran sueño es ser una verdadera naturalista...


Pero ésta no es una historia ñoña y fantástica acerca de los sueños infantiloides de una niña... es una historia fascinante, de las que enganchan y hacen que las horas se desvanezcan... una historia de sobre el crecimiento y el desarrollo personal, sobre las aspiraciones y la lucha para conseguirlas, sobre la injusticia de una sociedad en la que cada rol está ya establecido...


Un gran descubrimiento del pasado verano, de esos que lees y relees con cariño...


Si ésto ha despertado vuestro interés, y queréis saber un poquito más, Roca Editorial pone a vuestra disposición el primer capítulo del libro.



Bon appétit!


 

miércoles, 12 de enero de 2011

Salamanca, abril 2010










Hay pintadas que ensucian las paredes...


...otras logran arrancar sonrisas cargadas de complicidad....