miércoles, 29 de diciembre de 2010

Platero es pequeño...

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¿Platero? y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal... 
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel... 
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña... pero fuerte y seco por dentro como de piedra. Cuando paseo sobre él los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:


-  Tien' asero


Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.






Una joya de la infancia, de las que nunca se olvidan... Un gran regalo de reyes para niños y soñadores...


Pasen y lean

    

lunes, 22 de noviembre de 2010

"La Mecánica del Corazón" - Mathias Malzieu





Nieva sobre Edimburgo el 16 de abril de 1874. Un frío gélido azota la ciudad. Los viejos especulan que podría tratarse del día más frío de la historia. Diríase que el sol ha desaparecido para siempre. El viento es cortante; los copos de nieve son más ligeros que el aire. ¡BLANCO! ¡BLANCO! ¡BLANCO! Explosión sorda. No se ve más que eso. Las casas parecen locomotoras de vapor, sus chimeneas desprenden un humo grisáceo que hace crepitar el cielo de acero.


He de decir que durante mucho tiempo me resistí a leer La mecánica del corazón, con el convencimiento de que sería el típico libro "de moda", cuyo éxito únicamente residía en la campaña de marketing montada a su alrededor. Pero no. 
Hace apenas un mes me tropezaba con un único ejemplar en la estantería de una encantadora librería. La sugerente imagen de la cubierta, con las letras en relieve y esa singular tipografía hicieron que casi sin darme cuenta me encontrase leyendo las primeras páginas. 

Fue entonces cuando me decidí a darle una oportunidad.

Es cierto que el inicial poder atrayente del libro es fruto del marketing más elaborado: su escritor, Mathias Malzieu, cantante de la famosa banda francesa Dionysos, publica simultáneamente libro y disco homónimos, quien sabe si con intención de poner banda sonora a la historia... Además, se ha creado un microsite con la misma estética poderosa con información sobre el libro, capítulos descargables, salvapantallas, etc; una película en camino; una inminente secuela... Sin embargo una vez que lees el libro te das cuenta de que no se queda en lo fácil. Va más allá. Tras sus páginas nos encontramos con una historia deliciosa, con un fondo tan clásico como búsqueda del amor verdadero, la humillación de las personas "diferentes", la ilusión, la tristeza... Pero el resultado no es en absoluto predecible o pasteloso. La trama no deja de dar giros inesperados que aportan a este delicado cuento un aire novedoso, ganándose por sí mismo el respeto de esta humilde lectora...

La prosa es en todo momento sumamente poética, fina, delicada... con un toque inocente y melancólico, por momentos... 

Como dato curioso he de decir que este libro no tiene ilustraciones. Y sí, es un dato curioso,  porque en cada página crees ver el escenario en el que transcurre la acción, los gestos de los protagonistas, e incluso en ocasiones es posible sentir el frío aire cortante en la cara, el olor, o la música que acompañaría la imagen (quien sabe si esto último tendrá algo que ver con las intenciones de Dionysos...).

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas... todavía no he leído La alargada sombra del amor (la esperada y también mediática secuela que circula desde hace meses por las librerías) y no sé si lo haré... No sé por qué, pero me envuelve el mismo escepticismo que mostraba ante su predecesor... Sólo el tiempo dirá si me dejo atrapar de nuevo...


miércoles, 17 de noviembre de 2010

Fue una clara tarde, triste y soñolienta...

No es habitual que a una niña pequeña le guste la poesía, pero quizá yo no era una niña habitual...
 



Paseaba de la mano de mi tía ojeando los tenderetes de la fiesta grande de la ciudad. Además de las tradicionales atracciones de feria, las calles aledañas estaban llenas de puestos donde los vendedores ambulantes nos ofrecían todo tipo de artículos: ropa de abrigo tejida con una gruesísima lana procedente de perú, enormes figuras de animales talladas en madera, gorros, foulards, bolsos, bisutería... hasta que de pronto nos topamos con el enorme puesto de libros. Es un puesto de libros usados, de ediciones antiguas, singulares... todos los años nos parábamos en él abriéndonos paso entre la multitud para explorar los títulos... No sé qué hizo que ese año me fijase en la Antología Poética de Antonio Machado, pero en cuanto lo ví, supe que ése era el libro que me iba a llevar.

No sabía mucho de poesía, apenas lo que nos habían contado en el colegio... pero aquel libro me había fascinado... No podía dejar de leerlo una y otra vez. Cada poema me transmitía vívidamente las imágenes de cada verso: el color, el olor, el aire, la piel, las palabras...

Desde entonces, puedo decir que Antonio Machado continúa siendo mi poeta predilecto. Aquel libro me hizo comenzar a leer poesía como loca, convirténdome así en el bicho raro de la familia...

Hace ya algún tiempo que tengo este género un poco olvidado, sin embargo los ecos de este poema jamás dejarán de resonar en mi cabeza.


Fue una clara tarde, triste y soñolienta
tarde de verano. La hiedra asomaba
al muro del parque, negra y polvorienta... 

          La fuente sonaba.
    Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruido abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
golpeó el silencio de la tarde muerta.
 En el solitario parque, la sonora
copia borbollante del agua cantora
me guió a la fuente. La fuente vertía
sobre el blanco mármol su monotonía. 

    La fuente cantaba: ¿Te recuerda, hermano,
un sueño lejano mi canto presente?
Fue una tarde lenta del lento verano. 

          Respondí a la fuente:
No recuerdo, hermana,
mas sé que tu copla presente es lejana. 

    Fue esta misma tarde: mi cristal vertía
como hoy sobre el mármol su monotonía.
¿Recuerdas, hermano?... Los mirtos talares,
que ves, sombreaban los claros cantares
que escuchas. Del rubio color de la llama,
el fruto maduro pendía en la rama,
lo mismo que ahora. ¿Recuerdas, hermano?...
Fue esta misma lenta tarde de verano. 

    —No sé qué me dice tu copla riente
de ensueños lejanos, hermana la fuente. 

    Yo sé que tu claro cristal de alegría
ya supo del árbol la fruta bermeja;
yo sé que es lejana la amargura mía
que sueña en la tarde de verano vieja. 

    Yo sé que tus bellos espejos cantores
copiaron antiguos delirios de amores:
mas cuéntame, fuente de lengua encantada,
cuéntame mi alegre leyenda olvidada. 

    —Yo no sé leyendas de antigua alegría,
sino historias viejas de melancolía. 

    Fue una clara tarde del lento verano...
Tú venías solo con tu pena, hermano;
tus labios besaron mi linfa serena,
y en la clara tarde dijeron tu pena. 

    Dijeron tu pena tus labios que ardían;
la sed que ahora tienen, entonces tenían. 

    —Adiós para siempre la fuente sonora,
del parque dormido eterna cantora.
Adiós para siempre; tu monotonía,
fuente, es más amarga que la pena mía. 

    Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruïdo abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
sonó en el silencio de la tarde muerta.



domingo, 14 de noviembre de 2010

"O Pintor do Sombreiro de Malvas" - Marcos Calveiro


 
¿Qué sucedería si pudiésemos retroceder en el tiempo y presenciar el momento en que magníficas obras de arte como La Noche Estrellada fueron pintadas? O Pintor do Sombreiro de Malvas permite eso y mucho más. Es todo un homenaje al arte, a la fascinante pintura de Van Gogh. Es como un lienzo donde cada acontecimiento es una pincelada de color, un paseo de la mano del mismo Van Gogh a través de trigales infinitos, de colinas alfombradas de amapolas, de merenderos a pie de río en la encantadora villa de Auvers-Sur-Oise.

Marcos Calveiro recibe el Premio Lazarillo de Literatura Juvenil conjugando acertadamente realidad y ficción. Nos encontraremos con las vivencias y sentimientos de un adolescente frustrado que pasa el verano en Auvers, en casa de su tía, quien sólo ve en él la vergüenza y el fracaso de su madre. Y a través de él conoceremos a Van Gogh y a los temibles fantasmas que lo atormentan. Sufriremos su tristeza, su soledad, su angustia y su desasosiego en nuestra propia piel, y perderemos el sentido con cada copa de absenta que beba el pintor.

Las vidas y aventuras de nuestros protagonistas, se aderezan con la magnífica inclusión de elementos históricos: libros de Zolá, citas de Dickens, comentarios de Van Gogh sobre las obras de Cézanne o Degas, las cartas y visitas de su hermano Theo, la relación con el doctor Gachet... elementos que dan vida al texto al tiempo que desdibujan una línea muy fina entre realidad y ficción.

La delicada prosa, cuidada hasta el más mínimo detalle, hace que las páginas vuelen sin cesar... Es un lujo poder leer una obra en su idioma original, sin los filtros que los traductores (con todo mi respeto y admiración) puedan aplicar . Cada lengua tiene su magia, una musicalidad especial que es muy difícil de traducir... Y esa magia puede encontrarse en este libro por todas partes. Un vocabulario magistralmente escogido que nos muestra la riqueza y el lirismo de la lengua gallega.


A vila axiña quedou atrás e internámonos nos prados e trigais. Vincent miraba cos ollos estartelados dun lado para outro na procura da escena axeitada. Ao lonxe, preto dunha gran meda, un feixe de mulleres traballaban nun prado co espiñazo dobrado. De improviso, detívose, montou o cabalete e puxo o lenzo enriba. Logo abriu a maleta, sacou pinturas e pinceis e púxose a pintar.  
-  Que andarán a facer? 
-  Quere que vaia preguntarlles? - ofrecinme
-  Non, non, iso desvelaría o misterio. Prefiro pintalas así, a cegas, sen saber moi ben a que se dedican.
Levaba razón. Non sei se arrincaban malas herbas ou recollían chícharros. Traballaban de vagar, mecánicamente, coma as bielas dunha locomotora, e de cando en vez a airexa traía o eco do seu cantaruxar. As mulleres aquelas parecían levar alí séculos. Chantadas ergueitas, como as árbores e os outeiros, semellaban agromar da mesma terra, como se formasen parte dela dende a noite dos tempos.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

La Pequeña Oruga Glotona

Una noche, encima de una hoja iluminada por la luna, había un pequeño huevo.

Este huevo era de una pequeña oruga hambrienta, que se pasó todo el cuento comiendo, atravesando página tras página hasta quedarse totalmente satisfecha.






Hace ya 41 años que se publicó por primera vez La Pequeña Oruga Glotona, y sin embargo este cuento continúa siendo uno de los imprescindibles en la sección infantil de librerías, bibliotecas o ferias.
Cada ilustración, que hipnotiza por la luminosidad de su colorido, es una pequeña obra de arte; y las páginas, perforadas allá por donde la oruga va pasando, convierten al lector en protagonista de la aventura.

Pero sin duda, lo más impactante de este pequeño cuento es el magnífico final. Siempre conseguía sorprenderme, incluso tras haberlo leído una y otra vez, y aún hoy tiene este poder sobre mí. El misterio de la metamorfosis: Una impactante y bellísima mariposa que aparece a doble página con un colorido espectacular.


Mi pobre ejemplar tiene ya alguna pequeña mancha amarillenta fruto del inevitable paso del tiempo, y ese olor carecterístico y delicioso de los libros antiguos... pero todavía se me iluminan los ojos cada vez que lo abro...

domingo, 7 de noviembre de 2010

El descubrimiento

Caramelos de palo, multitud de colores... ¿Qué demonios significaba aquello? No tenía ni idea... Lo escribía en cualquier papel que se le ponía por delante, en libretas, en la pizarra de la clase cuando los profesores  no estaban y yo me escapaba al aula de al lado para visitar a mis amigos, en los libros de texto... Para mí era un misterio...

Unas semanas después, la estrofa creció:

Caramelos de palo,
multitud de colores,
arcoiris inmensos
y paz...

"Es una canción que me pasaron, de un grupo que hace una música genial!" Caray, pues sí que tenía ganas de escuchar ya a ese grupo...

Era casi final de curso, poco tiempo después comenzaban las vacaciones, el buen tiempo y la playa...

Un día en la playa, sacó el discman. Dentro había un disco verde pistacho con letras negras: Tan simple como el amor. La Casa Azul. "Me lo dejó unos días para que lo escuchara". Ése fue el primer día que escuché a La Casa Azul.




Nunca antes había escuchado nada parecido. Me recordaba a los pequeños vinilos que de pequeña escuchaba en casa de mi tía de los Beach Boys y los Archies, pero este nuevo grupo tenía más vida, más fuerza... desprendía una alegría que se colaba por cada poro de la piel...

Por supuesto le pedí que me lo grabara, era lo más bonito que había escuchado hasta el momento... Entonces comenzó la investigación. La Casa Azul lo formaba... ¿Una persona? ¿Cinco? ¿Uno cantaba pero otros salían en las fotos o en la tele? Poco tiempo después me quedó claro: Guille Milkyway era el creador de aquellas maravillosas melodías. David, Virginia, Sergio, Clara y Óscar sólo eran cinco actores que salían en las fotos, los videos y la tele, porque a Guille todo aquello lo abrumaba un poco y prefería dedicarse exclusivamente a la creación. Uno o dos años después me enteré de que los nombres de los chicos también eran falsos...

Gracias a La Casa Azul estaba descubriendo una infinidad de grupos nuevos: La Monja Enana, Cola Jet Set, Niza, Family, Cooper, Juniper Moon, Cooper, Nosoträsh, La Buena Vida, Le Mans, Galáctica, Meteosat, TCR... Un mundo nuevo se abría ante mí, y me dí cuenta de que era aquella la música que me gustaba... Había comenzado a comprar discos como loca, a empaparme de cada noticia, cada entrevista, cada disco que aparecía en la web de los reyes de mi nuevo mundo, Elefant Records... Visitaba blogs, páginas, revistas...

Unos años más tarde fuí a mi primer Contempopránea. En cartel: La Buena Vida, Second, Tachenko, Ama, Sr. Chinarro, Niños Mutantes... y La Casa Azul!!!!!!!!! Reí, lloré, grité, salté...  y pataleé por lo corto que se había hecho...

Un año después, en noviembre de 2007, llegó el esperadísimo nuevo disco: La Revolución Sexual. Y con él, mi primer cd firmado, 4 conciertos seguidos, dos camisetas, felicidad infinita, y una frase que nos dejó con la boca abierta "Oh, Ferrol, estuve allí esta tarde... Es una ciudad preciosa!!!" Jajajajaja, casi nos da algo...

La Casa Azul me descubrió un universo nuevo y cambió mi vida. Gracias a Guille conocí a genios como Jeff Lyne y su fascinante ELO, Roger Nichols, Spring, Hugo Montenegro, Brian Wilson, Blossom Dearie... y me abrió las puertas de Shibuya: Hazel Nuts Chocolate, Melting Holidays, Pizzicato Five, Capsule, The Aprils...


Cerca de Shibuya olvidaré tu amor y encontraré un nuevo océano,
un huracán de sensaciones pop, algo nuevo, diferente y muy moderno...
Espero veros allí... 

Yo también iré a Shibuya algún día... y entre la multitud cantaré esta estrofa que me devuelve la vida cuando estoy triste...

En pocos meses saldrá a la luz la nueva joya de La Casa Azul... y una vez más, volverá a llenar mi corazón de sensaciones pop...

Muchísimas gracias







viernes, 5 de noviembre de 2010

Érase una vez...

Cuando yo tenía seis años vi una vez una lámina magnífica en un libro sobre el Bosque Virgen que se llamaba Historias Vividas. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera. He aquí la copia del dibujo.



Yo tenía 8 años cuando mi tía me regaló El Principito, un cuento que había estudiado en sus clases de francés cuando era joven, y que le encantaba. A mí me encantaba leer, me fascinaba la colección de libros El Duende Verde, los clásicos de Julio Verne, los encantadores cuentos de Beatrix Potter, mi colección de cuentos de Carlitos y Snoopy... pero hasta entonces nunca había oído hablar de este pequeño principito...

Comencé a leerlo y enseguida me absorbió... lo leía curiosa y fascinada, no paré hasta que terminé la última página, con los ojos rojos y las lágrimas rodando por mis mejillas... no entendía nada... no entendía por qué el encantador principito quería que le mordiese esa serpiente... Tendría que volver a su planeta y reencontrarse con su querida rosa, a la que tanto extrañaba... ¿Por qué terminaba así? Aquello no encajaba en absoluto en el estereotipo de cuento al que yo estaba acostumbrada, de finales felices comiendo perdices...
Pero aquel libro tenía algo... esa musicalidad en las palabras, esas bellas ilustraciones, esa encantadora y conmovedora historia... era triste, pero me fascinó.

Lo releí varias veces, mi tía me lo explicó lo mejor que pudo y debatimos varias veces sobre las acciones del principito...

El Principito llegó a mi planeta hace ya 16 años... y todavía sigue aquí...