viernes, 5 de noviembre de 2010

Érase una vez...

Cuando yo tenía seis años vi una vez una lámina magnífica en un libro sobre el Bosque Virgen que se llamaba Historias Vividas. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera. He aquí la copia del dibujo.



Yo tenía 8 años cuando mi tía me regaló El Principito, un cuento que había estudiado en sus clases de francés cuando era joven, y que le encantaba. A mí me encantaba leer, me fascinaba la colección de libros El Duende Verde, los clásicos de Julio Verne, los encantadores cuentos de Beatrix Potter, mi colección de cuentos de Carlitos y Snoopy... pero hasta entonces nunca había oído hablar de este pequeño principito...

Comencé a leerlo y enseguida me absorbió... lo leía curiosa y fascinada, no paré hasta que terminé la última página, con los ojos rojos y las lágrimas rodando por mis mejillas... no entendía nada... no entendía por qué el encantador principito quería que le mordiese esa serpiente... Tendría que volver a su planeta y reencontrarse con su querida rosa, a la que tanto extrañaba... ¿Por qué terminaba así? Aquello no encajaba en absoluto en el estereotipo de cuento al que yo estaba acostumbrada, de finales felices comiendo perdices...
Pero aquel libro tenía algo... esa musicalidad en las palabras, esas bellas ilustraciones, esa encantadora y conmovedora historia... era triste, pero me fascinó.

Lo releí varias veces, mi tía me lo explicó lo mejor que pudo y debatimos varias veces sobre las acciones del principito...

El Principito llegó a mi planeta hace ya 16 años... y todavía sigue aquí...

No hay comentarios:

Publicar un comentario